Crítica de Kinds of Kindness (Yorgos Lanthimos): una obra salvaje e hipnótica

Yorgos Lanthimos no es un director que busque complacer. Tampoco uno que respete los caminos narrativos convencionales. Desde Dogtooth hasta The Favourite, ha construido un lenguaje propio, incómodo, absurdo, profundamente simbólico y, muchas veces, tan violento como revelador. Con Kinds of Kindness, su más reciente colaboración con Emma Stone, nos entrega una obra fracturada, audaz y magnética, que divide, perturba y seduce a partes iguales.

Se trata de un tríptico fílmico: tres historias separadas, pero unidas por temas en común como el poder, la sumisión, la obsesión y la necesidad —y el terror— de ser amado. Con una duración que supera las dos horas y media, el film exige paciencia, pero recompensa con momentos de brutal brillantez.

Tres actos, una misma oscuridad

El guion, escrito por Lanthimos junto a su colaborador habitual Efthimis Filippou, apuesta por la estructura tripartita, sin una conexión narrativa directa entre los relatos, pero con un hilo filosófico que los atraviesa a todos. La primera historia muestra a un hombre sometido a un jefe que controla cada aspecto de su vida. En la segunda, un policía rescata a su esposa desaparecida, solo para descubrir que ya no es la misma. Y en la tercera, dos mujeres lideran una secta en busca de un “elegido” con habilidades sobrenaturales.

Cada segmento se sostiene por su propia lógica interna, con un estilo frío, calculado, casi quirúrgico, pero también lleno de humor negro, momentos de surrealismo extremo y una crítica feroz al control de los cuerpos y las voluntades.

Un elenco en estado de gracia

El reparto es uno de los grandes atractivos de la película. Emma Stone confirma que su alianza con Lanthimos está en su punto más alto. Aquí se desdobla en múltiples personajes, todos diferentes, todos perturbadores, todos sublimes. Hay en su trabajo una entrega física y emocional que resulta hipnótica.

Jesse Plemons, ganador del premio a Mejor Actor en el Festival de Cannes por esta película, se consolida como uno de los intérpretes más versátiles de su generación. Su rostro imperturbable y su capacidad para expresar tormentas internas con apenas un gesto hacen que cada una de sus apariciones sea fascinante.

Completan el elenco nombres como Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau y Joe Alwyn, todos perfectamente dirigidos en un universo donde la rareza es la norma y lo inquietante, la regla.

Estética calculada, efecto visceral

Visualmente, Kinds of Kindness mantiene el estilo frío y clínico de Lanthimos. La cámara se mueve con lentitud, los encuadres son pulcros, a veces desorientadores, y la música —cuando aparece— no busca emocionar sino alterar. Hay en todo el diseño sonoro una intención de incomodar, de hacer que el espectador sienta que algo está mal… incluso cuando nada evidente ocurre.

La fotografía, a cargo de Robbie Ryan, apuesta por una paleta desaturada, con tonos apagados que potencian la atmósfera distópica. La luz y la sombra juegan a ocultar más de lo que muestran, en perfecta sintonía con los temas de identidad y disolución del yo que recorre la obra.

¿Qué nos está diciendo Lanthimos?

En tiempos donde muchas películas buscan agradar, explicar o dejar un mensaje claro, Kinds of Kindness se planta como una obra críptica, laberíntica y decididamente anti-mainstream. No hay moralejas evidentes, ni redenciones fáciles. Todo es ambiguo, contradictorio, incómodo. Y ese, precisamente, es el poder de la película.

Lanthimos parece obsesionado con la idea de control: sobre el cuerpo, sobre el deseo, sobre la fe. Pero también con la fragilidad de las relaciones humanas cuando se convierten en contratos tóxicos disfrazados de amor o pertenencia. Es una crítica al culto a la obediencia, a la manipulación emocional, y a la forma en que las estructuras sociales moldean (y destruyen) la identidad.

Una experiencia desafiante

No es una película para todos los gustos. Quien busque una narrativa tradicional o una historia lineal probablemente se sienta perdido. Pero quien se deje arrastrar por el lenguaje propuesto encontrará una obra rica en interpretaciones, visualmente fascinante y emocionalmente perturbadora.

Kinds of Kindness no pretende gustar, ni cerrar con un moño. Es una provocación artística, una bofetada elegante, un espejo roto donde cada fragmento refleja una parte incómoda de nosotros mismos.

En un panorama cinematográfico cada vez más homogéneo, Lanthimos demuestra que todavía hay espacio para el cine que incomoda, que provoca, que exige pensar y sentir más allá del confort. Y eso, sin duda, es una forma de amabilidad rara, pero necesaria.