La era de Trump, la nueva Norteamérica: ¿Por qué EE.UU. parece estar contra el mundo? Desde la guerra comercial con China hasta la revocación del Parole Humanitario

Donald Trump no fue un presidente más. Fue el parteaguas que dividió la historia reciente de EE.UU. en dos: antes y después de su mandato. Para algunos, un patriota que devolvió el orgullo americano. Para otros, el líder que desató una política de confrontación sin precedentes, tanto dentro como fuera de su país. Lo que es innegable es que su llegada al poder redefinió la política exterior e interior de Estados Unidos y plantó las semillas de una nueva Norteamérica, una que ya no busca consenso, sino control.
“América primero”: la doctrina que cambió todo
Desde el primer día, Trump dejó en claro su postura:
| “Desde hoy en adelante, será solo América primero.” — Donald J. Trump, discurso inaugural, 2017
Con esas palabras, dejó atrás décadas de diplomacia multilateral y alianzas estratégicas. Su mensaje era directo: si una política no beneficiaba a EE.UU. de forma clara, no valía la pena sostenerla. Bajo esa bandera, empezó a tomar decisiones que sacudieron al mundo.
La guerra comercial con China: no solo economía, también poder
Uno de los movimientos más potentes de su administración fue iniciar una guerra comercial sin precedentes con China. Con aranceles masivos, acusaciones de espionaje industrial y una narrativa de “robo económico”, Trump convirtió la relación con el gigante asiático en una confrontación ideológica.
| “China se ha aprovechado de nosotros por demasiado tiempo.” — Trump, 2018
No se trataba solo de comercio. Era un mensaje: EE.UU. ya no estaba dispuesto a tolerar ser desplazado como potencia global. La guerra comercial no solo afectó mercados internacionales, sino que marcó una postura de confrontación directa con cualquier actor que desafíe el dominio estadounidense.
Parole Humanitario: la nueva cara de la inmigración
La política migratoria fue otro pilar clave de la era Trump. Uno de los cambios más polémicos en su legado ha sido el impulso para revocar o limitar el Parole Humanitario, un programa que permite el ingreso temporal de migrantes bajo condiciones especiales.
Con un discurso de defensa de fronteras y soberanía nacional, su administración buscó cortar el acceso de miles de personas que huían de crisis humanitarias. Para Trump, la migración no era un fenómeno social, sino un problema de seguridad nacional.
| “Una nación sin fronteras no es una nación en absoluto.” — Trump, 2017
Esta narrativa endurecida dejó una huella duradera: incluso fuera del cargo, sigue influyendo en el rumbo migratorio de la nación.
Los nuevos enemigos de EE.UU.: una lista que marca el rumbo del conflicto
En 2025, el Departamento de Estado de EE.UU. actualizó su lista de naciones consideradas “adversarias extranjeras”. Ocho países fueron señalados oficialmente como enemigos o amenazas directas a los intereses nacionales de Norteamérica. Esta medida no solo fue simbólica: implicó restricciones, sanciones, vigilancia y corte de colaboraciones estratégicas.
Los ocho países en la mira de EE.UU. son:
- China: rival económico y tecnológico directo. Acusado de espionaje, manipulación comercial y expansión global agresiva.
- Rusia: considerado el principal actor desestabilizador en Europa y ciberamenaza para EE.UU.
- Irán: vinculado al terrorismo internacional y a la desestabilización del Medio Oriente.
- Corea del Norte: amenaza nuclear permanente y símbolo del aislamiento estratégico.
- Cuba: enemigo ideológico histórico, acusado de violaciones de derechos humanos y apoyo a redes autoritarias.
- Venezuela: considerado un régimen dictatorial y socio de otros adversarios como Irán y Rusia.
- Siria: acusado de crímenes de guerra y aliado de enemigos estratégicos como Irán y Rusia.
- Nicaragua: señalada por represión política, corrupción estatal y vínculos con redes ilícitas.
| “No se trata solo de defensa. Se trata de proteger los valores americanos frente a regímenes hostiles.” — Mike Pompeo, exsecretario de Estado
Esta clasificación no fue hecha al azar. Fue parte de una estrategia geopolítica clara: identificar con nombre y apellido a los actores que desafían el modelo occidental liderado por EE.UU.
El mensaje que deja esta lista es contundente: el nuevo EE.UU. no va a compartir liderazgo, ni tolerar disidencia en su zona de influencia. Para muchos, esto marca el regreso a una diplomacia de Guerra Fría, pero con nuevas armas: sanciones económicas, vigilancia digital y aislamiento político.
Y para Trump —que busca volver al poder—, esta doctrina es perfecta. Le permite presentarse como el único capaz de “enfrentar al enemigo sin miedo”, de trazar una línea divisoria entre lo que él llama “el mundo libre” y “los regímenes del caos”.
| “Conmigo, América será respetada nuevamente… y temida si es necesario.” — Trump, 2020
El aislacionismo 2.0: EE.UU. vs todos
Durante su presidencia, Trump se enfrentó —abiertamente o por omisión— a organizaciones globales como la ONU, la OTAN, la OMS y pactos como el Acuerdo de París. Su postura era clara: no más compromisos internacionales que no beneficien directamente a EE.UU.
Esta estrategia revivió un viejo fantasma de la política estadounidense: el aislacionismo, pero adaptado al siglo XXI. En lugar de retirarse por completo, EE.UU. bajo Trump se volvió un actor impredecible, capaz de cancelar acuerdos, sancionar aliados y tensar relaciones históricas con un tuit.
¿Una Norteamérica más fuerte o más sola?
El legado de Trump sigue vivo. Su retórica no se fue con su mandato. Muchos de sus seguidores, e incluso líderes dentro del Partido Republicano, continúan sosteniendo su visión del mundo: una América que no pide permiso, que no negocia con debilidad y que prefiere imponer antes que ceder.
Pero la pregunta clave sigue abierta: ¿Ese camino realmente hizo a EE.UU. más fuerte… o simplemente más aislado?
El futuro de la nueva Norteamérica
A medida que se avecinan nuevas elecciones y se reconfigura el panorama político global, el mundo observa atentamente si EE.UU. continuará el camino trazado por Trump o buscará regresar a la diplomacia clásica. Lo que es seguro es que la era Trump marcó un antes y un después.
Ya no se trata de izquierda o derecha, sino de una nueva identidad nacional, una redefinición del rol de EE.UU. en el mundo.
Y quizás, por primera vez en mucho tiempo, el resto del mundo se está preguntando si Estados Unidos sigue siendo un aliado… o un rival.
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