“Poor Things”: la fábula feminista que convirtió a Emma Stone en un ícono absoluto

Con Poor Things, la actriz Emma Stone y el director griego Yorgos Lanthimos firmaron una obra inclasificable, provocadora y profundamente original. La película no solo le otorgó a Stone su segundo Oscar como Mejor Actriz, sino que también reescribió las reglas del cine fantástico y el discurso sobre la autonomía femenina, la identidad y la libertad. Visualmente deslumbrante y temáticamente desafiante, Poor Things es una de esas películas que dividen, pero no dejan indiferente a nadie.

Un Frankenstein moderno con alma propia

La historia, basada en la novela de Alasdair Gray, presenta a Bella Baxter, una mujer que ha sido devuelta a la vida por el excéntrico científico Godwin Baxter (interpretado por Willem Dafoe) luego de que su cerebro fuera reemplazado por el de un bebé. Lo que en principio parece una idea absurda da paso a un viaje transformador y simbólico.

Bella es inocente, impulsiva y sin filtros. Vive el mundo como si lo viera por primera vez, y en ese descubrimiento constante encuentra placer, libertad, dolor y deseo. A medida que avanza la película, se va construyendo no solo una identidad sino una consciencia feminista y sexual sin precedentes en la historia del cine reciente.

Emma Stone: sin miedo y sin límites

Este es, sin dudas, el papel más arriesgado y revolucionario de Emma Stone. Su interpretación es física, emocional y absolutamente libre. Bella atraviesa un arco de transformación total, pasando de criatura ingenua a mujer empoderada, sin que nunca deje de sentirse genuina. Stone se entrega con valentía a escenas de todo tipo —algunas de una intimidad cruda—, sin miedo al juicio ni a la incomodidad.

Más allá de la actuación, su presencia es magnética. Con Poor Things, Emma Stone se consolida como una artista que no busca complacer, sino provocar, emocionar y cuestionar.

Estética barroca, diseño al límite

Lanthimos eleva la experiencia con una dirección visualmente excesiva y cautivadora. Cada plano parece salido de un sueño o una pintura. Los decorados, los vestuarios y los efectos ópticos crean un mundo alternativo que mezcla el Londres victoriano con una estética surrealista y retrofuturista.

La cámara juega con lentes distorsionadas, movimientos impredecibles y colores saturados que reflejan el estado emocional y psicológico de Bella. Nada es casual: la puesta en escena está tan pensada como las ideas que propone.

Un manifiesto en forma de cuento

Aunque disfrazada de fábula gótica, Poor Things es un manifiesto sobre el cuerpo, el consentimiento, el deseo y la autonomía. Bella desafía todo lo que se espera de una mujer: se ríe en la cara del paternalismo, el conservadurismo y las reglas sociales. No pide permiso para sentir placer ni para decir lo que piensa. Su despertar sexual no está romantizado ni domesticado: es brutal, honesto, necesario.

El guion, escrito por Tony McNamara (con quien Lanthimos ya colaboró en The Favourite), encuentra el equilibrio justo entre lo poético y lo provocador. El humor negro, el absurdo y la ternura conviven en perfecta armonía.

Reacciones, premios y legado

Poor Things fue estrenada en el Festival de Venecia, donde se llevó el León de Oro a Mejor Película. Desde entonces, no paró de acumular premios, elogios y debates. Fue una de las cintas más nominadas en los Premios de la Academia, y aunque su tono no fue del gusto de todos, marcó un antes y un después en la representación femenina en pantalla.

También generó análisis profundos en torno a la narrativa de género, el cuerpo como territorio de lucha y la manera en que las mujeres construyen su deseo lejos de las miradas masculinas tradicionales.

Poor Things no es una película para todos, pero es una obra que necesitábamos. Una historia de libertad, deseo, humor, dolor y belleza que se graba en la piel como pocas. Emma Stone y Yorgos Lanthimos no solo hicieron cine: hicieron historia.